Referentes nacionales en prevención del suicidio estuvieron disertando en las Jornadas organizadas por Bomberos. En esta nota, Jorge Scalzo y Marcelo Gabriel Mandri hablan de su trabajo para tratar de reducir los índices

El título refleja la frase que los especialistas repitieron a lo largo de su charla en Villa María: “El suicidio es prevenible y previsible”. Hay que estar alertas, exigir al Estado que cumpla la ley y comprometerse en la visibilización de la problemática, indicaron.

La Red Argentina de Suicidiología es una entidad que agrupa profesionales y voluntarios que trabajan para visibilizar la problemática en la sociedad y para generar acciones tendientes a bajar el índice de muertes de esta naturaleza.

El coordinador general de esa red, Jorge Scalzo, estuvo en Villa María disertando en el marco de las Jornadas Nacionales de Psicología de la Emergencia organizadas por Bomberos Voluntarios de Villa María.

“Para los que gustan de las estadísticas, se suicida una persona cada 40 segundos en el mundo”, dijo Scalzo, citando datos de la Organización Mundial de la Salud.

En el último informe, que data de 2019, dan cuenta de que la problemática impacta en todas las edades. También en la niñez. “A veces unos psicólogos debaten si un niño de 5 años identifica la intencionalidad de morir o es un juego lúdico que termina en un accidente”, expresó.

-¿Qué acciones realizan en la Red para procurar bajar el índice de suicidios?

-En Argentina, desde 2015 rige la Ley 27.130, que es pionera en América en lo que hace a las acciones para el tratamiento. Determina que el abordaje a la persona que está atravesando una conducta suicida debe ser multidisciplinario, debe tener un enfoque bio-psico-social y de acceso gratuito, para que la asistencia sea un derecho y no una cuestión de obras sociales.

Además, la ley establece la obligatoriedad de que todos los estamentos del Estado, ya sea seguridad, educación, salud, tengan capacitación sobre la problemática suicida, cosa que el Estado incumple. Nosotros debemos reclamarle al Estado y a nuestra sociedad que se cumpla la ley, para que todos podamos saber cómo actuar.

El suicidio es prevenible y previsible siempre. Esto implica que si nos ocupamos, con las herramientas que nos da la ley, las que determinan que deben conformarse equipos interdisciplinarios a nivel nacional, provincial, municipal; podríamos ayudar a salvar vidas.

El tema es que todos nos horrorizamos cuando un adolescente se quita la vida, pero después seguimos como si nada.

-¿Qué alertas dan las personas que tienen conductas suicidas?

-Todos vivimos en familias en las que mamá trabaja, papá trabaja y a veces no nos ocupamos de la vida emocional de nuestros hijos, ya sean adolescentes o niños. El factor de protección es el cariño y el diálogo, que funcionan como red de contención. Y estar atentos, porque un adolescente que siempre fue introvertido, no te llama la atención; pero si un chico es extrovertido y de un momento pasa a ser introvertido, deja de salir con los amigos, deja de hacer actividades que son placenteras, que empieza a ir de mal en las materias, se va a pelear con la novia, todo eso son señales de alerta y de alarma. No necesariamente son indicadores de una incidencia de suicida, pero sí son indicadores que este niño necesita ayuda. Está pidiendo ayuda de manera silenciosa. Es fundamental la contención de la familia o los amigos y también, la asistencia profesional.

-¿Qué podemos hacer los ciudadanos?

-Lo primero es ayudar a visibilizar, porque todo lo que se esconde debajo de la alfombra no se resuelve. Hacer un clic para compartir en una red social ayuda.

Finalmente, dijo que el suicidio no discrimina “por raza o edades”. Al principio de esta nota, habló de los niños y adolescentes, pero después también señaló la situación de personas mayores. “Yo a veces les digo a los jóvenes, ¿cuándo fue la última vez que hablaste con tu abuelo? A veces, simplemente con una llamada telefónica, le alegrás la semana. La espera  de esas visitas o de esos llamados es una agonía. Entonces, si eso le sumamos factores económicos, soledad, enfermedades, es muy difícil”, concluyó.

El negociador y la tarea más difícil

Junto a Scalzo estuvo Marcelo Gabriel Mandri, también integrante de la Red y negociador especializado en situaciones de crisis.

Tiene una tarea difícil: tratar de evitar que una persona con un “suicidio en curso”, como lo denominan técnicamente, lo concrete.

“Primero que nada hay que decir que en esto no hay héroes como muestran a los negociadores en las películas”, dijo.

“Otra cosa es que nosotros trabajamos en equipo, donde cada uno tiene su rol. El psicólogo como es el que habla en la crisis, pero te dice cuál es el perfil de la persona para que uno sepa qué táctica utilizar y qué decir”, dijo.

En ese punto, hizo hincapié en que “no cualquier persona puede negociar en una situación como esta, porque la vida de la persona está en riesgo inminente”. La intervención del negociador “tiene que ser profesional, la buena voluntad no alcanza”.

Por eso recorre el país -y también otras naciones como El Salvador, Guatemala, México- formando negociadores, que son, principalmente, los integrantes de los equipos de primera respuesta ante situaciones de crisis.

Es una tarea difícil, “porque cuando llegás a un lugar sabés que puede pasar cualquier cosa y una de las posibilidades es no llegar a cumplir con el cometido de evitar el suicidio. Por eso, el negociador tiene que estar muy preparado, hacer todo lo posible, pero tiene que saber que puede suceder lo peor”.

Por eso, entre las características de un buen negociador tiene que estar “la resistencia a la frustración, ser tolerante al conflicto y tener mucha seguridad en lo que va a hacer”.

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